Siria inicia su transición y establece contacto con el mundo una semana después de la caída de Al Asad.

Varios gobiernos extranjeros intensificaron el domingo sus esfuerzos para establecer contacto con el nuevo poder islamista en Siria, una semana después de la caída de Bashar al Asad.

Geir Pedersen, enviado especial de la ONU para Siria, hizo un llamado urgente para enviar ayuda humanitaria al país y evitar actos de "venganza" tras el derrocamiento de Bashar al Asad por una coalición encabezada por un grupo islamista. "Es crucial que Siria reciba asistencia inmediata para su población y para los refugiados que desean regresar", afirmó Pedersen en Damasco, convirtiéndose en el primer alto funcionario de la ONU en visitar Siria desde que Al Asad huyó a Rusia. Durante su visita, Pedersen se reunió con Abu Mohamad al Jolani, líder de Hayat Tahrir al Sham (HTS), el grupo islamista que lideró la rebelión que derrocó al régimen el 8 de diciembre, según un comunicado oficial.

La ofensiva rebelde fue rápida, con los combatientes tomando Damasco en tan solo 11 días. Ahora, las nuevas autoridades enfrentan el reto de ganar la confianza de la comunidad internacional, mientras la población sigue conmocionada por los atroces testimonios de tortura y abuso bajo el régimen de Al Asad.

El ministro británico de Relaciones Exteriores, David Lammy, señaló que Reino Unido mantiene "contactos diplomáticos" con HTS, el grupo que encabezó la rebelión. Estados Unidos también reveló que ha estado en contacto con HTS, mientras que Francia anunció el envío de una misión diplomática a Damasco, la primera en 12 años, para "establecer los primeros contactos" con las nuevas autoridades sirias.

Turquía, que respalda al nuevo gobierno, abrió su embajada en Damasco el sábado, tras 12 años de cierre, y Catar también reanudará sus operaciones diplomáticas en Siria el martes.

Rusia, que apoyaba al régimen de Al Asad, repatrió a parte de su personal diplomático de Damasco. Por su parte, el nuevo primer ministro interino, Mohamad al Bashir, se comprometió a establecer un "Estado de derecho".

Sin embargo, persiste la preocupación sobre el pasado yihadista de HTS, que, aunque se ha distanciado de organizaciones como Al Qaida y ha moderado su discurso, sigue siendo considerado un grupo "terrorista" por varias potencias occidentales, como Estados Unidos.

Pedersen destacó la importancia de una transición "inclusiva" para evitar una nueva guerra civil en un país tan diverso étnica y religiosamente. En este contexto, entre el 9 y el 13 de diciembre, más de 7,600 sirios regresaron a su país desde Turquía, un reflejo del deseo de muchos exiliados de regresar tras la caída del régimen de Al Asad.

El conflicto, que comenzó en 2011 con protestas pacíficas reprimidas violentamente, dejó más de medio millón de muertos y desplazó a millones de personas. El regreso de los exiliados es una señal de esperanza para la reconstrucción del país, aunque la situación sigue siendo delicada.

Turquía ha expresado su disposición a proporcionar ayuda militar al nuevo gobierno sirio, que, según las autoridades turcas, se ha comprometido a "respetar todas las instituciones gubernamentales, las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales".

Sin embargo, Israel ha llevado a cabo bombardeos en la región costera siria de Tartus, lo que refleja su preocupación por los arsenales de armas químicas en Siria. Además, Israel ha aprobado un plan para aumentar la población en los Altos del Golán, un área ocupada desde 1967.

A nivel interno, Siria enfrenta una devastación económica tras casi 14 años de guerra, sumada a las sanciones internacionales. En Damasco, comerciantes como Amjad Sanduq expresaron la necesidad urgente de que los mercados vuelvan a funcionar: "El régimen cayó, pero el Estado no, gracias a Dios", señaló. Mientras tanto, estudiantes regresaron a las aulas, y algunos manifestaron su apoyo a la oposición con la bandera de tres estrellas rojas, símbolo del rechazo a Al Asad.

Pero, a pesar de estos avances, los testimonios sobre la represión durante el régimen de Al Asad siguen siendo desgarradores. En las cárceles liberadas por los rebeldes, se descubrieron condiciones inhumanas, torturas y detenciones arbitrarias, algunas de ellas durante décadas. Miles de sirios siguen buscando a sus familiares desaparecidos, con la esperanza de encontrarlos vivos.

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