
En Hollywood, el éxito y el fracaso de una película se miden generalmente de forma cuantitativa: si el costo de producción y la recaudación de taquilla dan números positivos, todo parece estar en orden. Sin embargo, existen casos raros en los que una película puede ser un fracaso rotundo, a pesar de haber recaudado más de 350 millones de dólares en todo el mundo.
Eso es exactamente lo que está ocurriendo con Romper el círculo, el film ya disponible en Max, que se encuentra en el centro de una batalla legal entre Blake Lively y Justin Baldoni, sus protagonistas y productores. Las acusaciones cruzadas comenzaron hace algunas semanas, cuando Lively presentó una demanda contra Baldoni, quien también dirigió la película, por acoso sexual y por orquestar una campaña de desprestigio y humillación en su contra.
En respuesta, Baldoni presentó sus propias demandas, en las que alegaba maltrato, manipulación y humillación por parte de Lively, su esposo Ryan Reynolds y hasta The New York Times, que publicó las primeras alegaciones de la actriz.
El conflicto comenzó realmente en agosto, durante la etapa promocional de la película antes de su estreno global. Para sorpresa de los veteranos de la industria y del público, todos los involucrados dejaron de lado la usual narrativa de “familia” en el rodaje, mostrando dos bandos claramente enfrentados: por un lado, Baldoni y sus socios de la productora Wayfarer; por el otro, Lively, el resto del elenco y Colleen Hoover, la autora de la novela en la que se basa la película.
En ese momento, las razones del conflicto apuntaban a los comportamientos de Lively durante la filmación y su insistencia en desviar el enfoque central de la historia, que trata sobre la violencia de género intrageneracional, hacia un mensaje más superficial sobre el poder de la mujer para reinventarse, mientras aprovechaba para promocionar su línea de productos para el cabello y su marca de bebidas efervescentes.
Antes de los documentos legales y los intercambios públicos entre abogados y representantes de prensa, muchos han olvidado que Romper el círculo no es una comedia romántica ni un thriller, sino un drama que narra cómo Lily (interpretada por Lively), una mujer que creció con un padre abusivo, se enamora y se casa con Ryle (Baldoni), un cirujano encantador que la maltrata física y emocionalmente.
El reto de adaptar una exitosa novela que no solo define a su protagonista por sus relaciones tóxicas, sino también por su capacidad de superarlas y reconectar consigo misma y con su primer amor, era significativo, especialmente para un film con ambiciones comerciales. Y parece que ninguna de las partes involucradas en el proyecto estuvo realmente preparada para esa tarea.
Más allá del veredicto final de los tribunales, las revelaciones sobre lo que ocurrió durante el rodaje, desde el lado de Lively y Baldoni, muestran lo mal que estuvo preparado el equipo para tratar el tema de la violencia de género. Las medidas tomadas para priorizar el mensaje de la película sobre los conflictos personales y las disputas profesionales fueron escasas.
El resultado en pantalla refleja esas falencias, ya que la película intenta proyectarse como una comedia romántica desde el punto de vista estético, resaltando la belleza del trío protagonista (que completa el actor Brandon Sklenar como Atlas, el viejo amor de Lily), pero dejando de lado el mensaje central de la obra.
Según la demanda de Baldoni, el ambiente enrarecido durante las etapas de rodaje, posproducción y promoción fue provocado por Lively y su esposo con la intención de excluirlo del éxito de la película y quedarse con los derechos de la continuación de la historia, Volver a empezar, que también pertenece a Wayfarer, la productora de Baldoni.
En otras palabras, según Baldoni, todo el discurso de Lively y su equipo sobre la importancia de denunciar el acoso y la violencia de género tendría como único objetivo apropiarse de una secuela exitosa y replicar ese éxito en sus propios términos. Este conflicto legal, independientemente de cómo se resuelva, ha hecho casi imposible esa posibilidad.
En un mundo donde el éxito se mide por la cantidad de entradas vendidas, Romper el círculo ya se ha ganado el título de ser el fracaso más exitoso o el éxito más fallido del cine reciente.