A un mes del trágico derrumbe en la discoteca Jet Set, que cobró la vida de varias personas, se celebró una misa en la denominada “zona cero” del suceso, donde el dolor, la indignación y el reclamo de justicia marcaron la ceremonia.
El sacerdote Marino Alcántara, quien presidió la eucaristía, fue contundente en sus críticas al Gobierno dominicano y a los propietarios del establecimiento. “Fue una catástrofe que pudo haberse evitado. Que sea la justicia de Dios la que ponga cada cosa en su sitio”, expresó ante decenas de fieles visiblemente conmovidos.
Alcántara también cuestionó la transparencia oficial sobre el número de víctimas. “No sabemos cuántos murieron realmente, porque incluso en eso fueron irresponsables las autoridades”, exclamó, provocando aplausos y gritos de apoyo entre los asistentes. “Estamos huérfanos de justicia”, corearon algunos.
Aunque se esperaba la presencia del sacerdote Rogelio Cruz, este no pudo asistir, pero envió un mensaje que fue leído durante la misa. En él, expresó duras palabras contra la negligencia y la falta de rendición de cuentas.
“No se venden los ojos. Esa estructura antigua no soportaba el peso que tenía. Queremos justicia. Por una vez en la vida, justicia dominicana, únanse al pueblo, únanse al dolor”, se leyó. “El pueblo dominicano sangra una herida profunda. La verdad la están ocultando”, añadió.
Durante la homilía, el padre Alcántara exhortó a los familiares y asistentes a refugiarse en el amor de Jesucristo como consuelo ante la pérdida. Además, pidió al Gobierno declarar el lugar del siniestro como un sitio de oración y memoria. “Que este lugar se convierta en un espacio donde los familiares puedan venir a orar y recordar a sus seres queridos”, manifestó.
La misa no solo fue un acto religioso, sino también una denuncia pública que refleja el clamor de una comunidad golpeada por la tragedia y por lo que consideran una ausencia de justicia y verdad.